¿Alguna vez has escuchado el término “electroterapia“?¿Sabías que es un tratamiento muy común de la fisioterapia? Esta terapia es reconocida en el sector del deporte por la efectividad que tiene en la recuperación después de los entrenamientos deportivos intensos. Además, el uso de este proceso permite que el estado de un paciente mejore mucho más rápido. Así que, si quieres saber un poco más de este tema, sigue leyendo el post, enumeraremos los tipos de tratamientos existentes que emplean esta terapia, las enfermedades que trata y los que beneficios aporta.

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¿Qué es y para qué sirve la electroterapia?

La electroterapia emplea la corriente como una herramienta terapéutica. A través de la corriente eléctrica se consiguen estimular las zonas específicas que han sido afectadas y están inflamadas, adoloridas, lesionadas y demás. Sin embargo, también puede usarse como método de recuperación para los deportistas que han entrenado excesivamente. Dependiendo de la zona a tratar o la patología que esté sufriendo el paciente, existen diferentes tipos de corrientes que pueden usarse. ¿Quieres saber más sobre esto? Hablaremos de ello en el siguiente apartado.

Así pues, como ya hemos mencionado con anterioridad, la electroterapia es un método por el que se pueden conseguir diversos objetivos al tratar numerosas lesiones o patologías musculares. Es el fisioterapeuta quien, tras evaluar al paciente, se hace cargo de elegir el tipo de electroterapia que deberá emplearse. Para esto, el fisioterapeuta tiene que conocer el historial médico del paciente y llevar a cabo ciertas pruebas con las que conseguir un diagnóstico y efectuar un tratamiento adecuado. Además, esta técnica puede combinarse con otras para un resultado más rápido y efectivo, como los masajes, ejercicios de rehabilitación, entre otros.

¿Cuáles son los tipos de electroterapia?

Esta técnica está dividida en tres clases de corrientes con las que se aplican tratamientos adaptados a una u otra función. Por lo tanto, dependiendo de la finalidad del tratamiento, podemos diferenciar entre tres tipos de electroterapia que facilitan la adaptación a cada caso. A continuación, te explicamos en qué consisten y sus formas de aplicación.

Microondas

Esta corriente se aplica mediante rayos infrarrojos que llegan directamente a los músculos afectados. Así, se proporciona calor en los tejidos y se estimula la creación de estos. Por lo tanto, este método es muy eficaz para la reparación de las fibras tras una rotura.

En cada aplicación se va modificando la intensidad de los rayos según la zona que se vaya a tratar. Además, es importante que el fisioterapia conozca el historial médico del paciente, puesto que no es recomendable para personas con ciertas enfermedades o condiciones.

Electroestimuladores musculares

Es una de las técnicas más conocidas en el sector de la fisioterapia. Los electroestimuladores musculares (EMS) envían leves impulsos eléctricos al nervio que alimenta al músculo afectado. Estas corrientes llegan a la zona gracias a la colocación de parches en la piel sobre la lesión. En este caso, la intensidad es controlada por el fisioterapeuta para lograr la máxima efectividad en el tratamiento.

Iontoforesis

Se trata de realizar una aplicación subcutánea de un medicamento, es decir, se inyecta y para aumentar su efectividad se emplea la electricidad. Este método se suele utilizar para una pronta recuperación de las lesiones de los tejidos blandos en los deportistas de élite o personas que requieren de una rápida rehabilitación.

Beneficios de la electroterapia

¿Qué efectos beneficiosos se han estudiado en la electroterapia? Los expertos del ámbito reconocen ciertas ventajas que el tratamiento proporciona a los pacientes en la recuperación muscular. Alguna de estas son:

  • Eficacia en el proceso de recuperación de toda clase de lesiones, como las luxaciones, contusiones, esguinces, etc.
  • La inflamación muscular disminuye considerablemente con este tratamiento. La electricidad ayuda a la dilatación de los vasos sanguíneos, por lo que también se recuperan adecuadamente los tejidos dañados.
  • Con la electricidad, los nervios y los músculos logran relajarse. Gracias a esta estimulación se logra un efecto analgésico en la zona tratada, por lo que la lesión se hace más llevadera y menos dolorosa.
  • Cuando se produce un daño, la estructura interna del tendón o el músculo hace que la circulación cambie, por lo que la zona lesionada no cuenta con una buena oxigenación. Así pues, la corriente eléctrica consigue que los tejidos dispongan de una correcta oxigenación nuevamente.
  • Además de trabajar en la rehabilitación de roturas en las fibras y otras patologías, el fisioterapia se encarga de evitar lesiones. A través de la electroterapia se logra que la musculatura siga evolucionando y trabajando a buen ritmo, se fortalecen e impide que aparezcan roturas en las fibras o posibles contracturas.

¿Cuándo se debe aplicar la terapia con corriente eléctrica?

La corriente eléctrica se aplica con funciones terapéuticas y se puede usar individualmente o para complementar ciertos tratamientos médicos habituales. Estas son algunas de las patologías que son tratadas con sesiones de electroterapia:

  1. Zonas inflamadas.
  2. Atrofia muscular por inmovilización.
  3. Síndrome del túnel carpían.
  4. Parálisis facial.
  5. Incontinencia urinaria.
  6. Dolores agudos o crónicos en las articulaciones.
  7. Enfermedades degenerativas de las articulaciones.
  8. Lesiones, sobrecarga muscular, problemas en los tendones, etc.
  9. Cicatrización lenta o problemática.
  10. Edemas.

Contraindicaciones de la electroterapia

Las patologías mencionadas pueden ser tratadas por la electroterapia, aunque es importante conocer sus efectos y contraindicaciones para determinadas situaciones. Así pues, no se recomienda el uso del tratamiento mediante corrientes eléctricas en caso de:

  • Tener prótesis internas.
  • Casos de varices o tromboflebitis.
  • Al disponer de marcapasos.
  • Estar embarazada.
  • Haber tenido hemorragias recientemente.
  • Si la afección es infecciosa.
  • No se debe aplicar en la zona del corazón, en la cabeza, cuello o zona ocular.

En cuanto a los posibles efectos secundarios, no existen datos significativos que sean preocupantes. Se tiene constancia de que, en personas sensibles, puede producirse enrojecimiento de la piel, aunque suele desaparecer pocos minutos después del tratamiento. En otros casos, ha llegado a retrasarse la aparición del sueño cuando el tratamiento se aplica en las últimas hora de la tarde. Aún así, cuando los síntomas persistan, la mejor opción es acudir al médico.